Se suele decir que los cambios suceden más despacio de lo que queremos, pero más deprisa de lo que creemos. Y es que aunque poco parece evolucionar en un mundo permanente sumido en conflictos y desigualdades, la sociedad y la economía globales van cambiando poco a poco, en algunos aspectos para bien y en otros, a peor.
Saber observar las tendencias presentes que están modelando la realidad del siglo XXI es clave para anticiparse y afrontar de forma más efectiva los retos y oportunidades que nos depara el futuro. Y aunque la mayoría de las veces estos ejercicios de prospectiva no pasan de ser meras elucubraciones, hay algunos visionarios con especial olfato para detectar el signo de los tiempos cuyas ideas merecen ser tenidas muy en cuenta.
Uno de ellos es sin duda Jeremy Rifkin, sociólogo y economista que investiga el impacto de los cambios científicos y tecnológicos en la economía, la fuerza de trabajo, la sociedad y el medio ambiente. En su último libro, Rifkin se centra en la crisis de valores del capitalismo contemporáneo basado en una revolución de los costos marginales que destruirá la tasa de ganancia. Su conclusión es que esto significará que la economía y la sociedad se volverán a orientar en torno a los collaborative commons (el procomún), quedando el mercado relegado a un papel secundario. Jeremy Rifkin coincide en esta predicción con la Fundación P2P , que fue creada para observar, estudiar y promover esta transición.
¿Cómo se experimentará esta transición? De acuerdo con Michel Bauwens, fundador de la Fundación P2P, para averiguarlo podemos analizar las tendencias de economía colaborativa que, en pequeñas tribus y ámbitos reducidos ya están definiendo algunas de las características del orden mundial del futuro, y observar otras transiciones históricas clave sucedidas en el pasado.
En primer lugar, la economía colaborativa ya existente, que es aquella basada en el open knowledge, el software libre, el open design y el open hardware, y que está conectada cada vez más a prácticas de fabricación abierta y distribuida, ya está prefigurando las características de la economía del futuro. A diferencia de capitalismo basado en la propiedad, aquí el valor es depositado por una comunidad de colaboradores en un fondo común: el procomún. Este es el núcleo de la nueva creación de valor: el conocimiento puede ser compartido y reproducido por un costo marginal, se organiza el trabajo de forma distribuida (crowdsourcing), las organizaciones se estructuran en red, la producción de bienes y la generación de energía se democratizan…
Aunque estos modelos se inserten por el momento dentro del sistema capitalista, estas relaciones se estructuran en torno a valores que tienen una lógica completamente distinta al capitalismo. El problema es obvio: se está produciendo una creciente contradicción por el continuo aumento de las aportaciones al procomún sin que se generen iguales retornos en términos de beneficios económicos. Se está creando valor, pero dentro del actual sistema capitalista no hay mecanismos eficientes para distribuirlo.
¿Qué pasará entonces? De acuerdo con Bauwens, podemos aprender mucho del Imperio Romano para averiguarlo: en la actualidad se están produciendo procesos paralelos similares a los que se tuvieron lugar con el colapso del imperio. En primer lugar, se está produciendo un éxodo de parte de la clase productora, que se sale del sistema, y parte de los poderosos se están orientando igualmente hacia estas nuevas formas de producción y distribución. Además, se está pasando de una economía de escala a una economía de alcance ("hacer más con menos"): al igual que los monjes en la época feudal, se está trabajando más a nivel local y se opta por mutualizar conocimiento e infraestructuras para aprovechar al máximo su rendimiento. Finalmente, y al igual que de forma previa a la desaparición del Imperio Romano, la caída del sistema antiguo es precedida por la aparición dentro de ese sistema en decadencia del nuevo sistema productivo y su lógica de valor. Aunque la economía colaborativa crezca en principio dentro del capitalismo, al funcionar con una lógica diferente no podrá ser siempre subsumida por éste y acabará por sobrepasarlo, provocando su colapso y la consiguiente transformación estructural.
Si tenemos en cuenta los paralelismos, es muy posible que este cambio de paradigma se produzca muy pronto (según Rifkin el capitalismo va a ser superado en no más de 35 años). Por eso, deberíamos ser conscientes desde hoy mismo de la importancia de lograr que esta transformación estructural en ciernes se produzca de forma fluida y progresiva, sin generar grandes crisis que provoquen desgarros y conflictos sociales en el incierto camino hacia una sociedad post-capitalista. ¿Cómo hacerlo? He aquí un verdadero reto global para el que no hay respuesta fácil.
Si quieres aprender más sobre cómo afrontar de forma sistemática los retos y oportunidades globales que nos depara el futuro a través del análisis de proyectos reales, los próximos 20 y 21 de febrero no te pierdas el LAB/ “Global Grand Challenges: a systemic view on real projects” con Tatiana Glad, emprendedora social y asesora especialista en sostenibilidad y procesos de cambio (LAB/ íntegramente en inglés).