Desde la experiencia de aprendizaje de CLO, las facilitadoras del proceso provocamos que, en parejas, ideen y lleven a cabo un workshop de facilitación, 100% personalizado, virtual y de dos horas de duración, a sus compañeras y compañeros de diploma.
Durante la primera hora, una de las parejas debe plantear e implementar una experiencia de aprendizaje centrada en el trabajo de algún aspecto relacionado con el avance colectivo en proyectos e integración de aprendizajes de cada módulo al proyecto individual.
En la segunda hora, la siguiente pareja debe promover la reflexión conjunta sobre su rol como CLOers, personas facilitadoras del aprendizaje en las organizaciones.
Para llevar a cabo esta facilitación a cuatro bandas, el equipo de facilitación del módulo se encuentra disponible para realizar un acompañamiento en línea. A su vez, durante el desarrollo del par de horas de taller, dicho equipo lleva a cabo una observación no participante con el fin de recopilar informaciones que le permitan realizar una devolución, basada en un esquema tipo MIMO (aspectos muy buenos, a integrar, a mejorar y a omitir) con el fin de que las personas puedan evolucionar su workshop en futuras ediciones.
Fruto de uno de esos procesos de facilitación colectivos es el texto que la CLOer Cristina Abecia, que conformó tándem con Rubén Jerónimo, dejó como «regalo de aprendizaje» a las y los CLOers:
Por Cristina Abecia, CLOer
El CPNR (Consejo de Problemas Comunes No Reconocidos) después de una semana trabajando día y noche no tuvo más remedio que reconocer que aquella situación era insostenible. Los embajadores de los distintos lugares de Utopía habían detectado el mismo síntoma: la población estaba olvidando su propio idioma. Los ciudadanos ya no podían comunicarse. Se desconocía la causa, se propagaba con un comportamiento parecido al de un virus y los efectos estaban llevando al colapso global.
El presidente de la CPNR afirmó: “Aunque me cueste reconocerlo, creo que este problema solo lo puede resolver Américo Vespucio”. Vespu dijo que le dejaran en paz, que estaba mayor y les pasó el contacto de una propaganda que le habían traído de su último viaje de un nuevo movimiento (movimiento nereista); decía: “somos CLOers. Si necesitas un equipo entregado, que aprende haciendo, si necesitas personas de diversos perfiles y disciplinas, gente maja, tipos versátiles con muchas ganas de aprender (aprendedores). Peña sin ego. Somos nosotros. Nunca dejamos de caminar.”
El presidente les convocó al día siguiente en la sede de la CPNR. Entonces, reunidos los 11 CLOers y después de decidir cómo decidir, comenzaron a analizar el problema:
Arantza, dejó claro cuál podía ser el plan, las reglas, los plazos y los recursos. Enseguida Blanca presidenta de la comunidad de CLOer, se mostró dispuesta a dar el apoyo necesario a la situación. Nerea, flipada de las metodologías abiertas, se ofreció en la misión más arriesgada que suponía hackear el sistema.
Aclarada la situación confusa, empezaron a navegar por los hechos, David, choqueado por los perfiles diferentes, diseñó un plan de investigación detallado al que el brainstormer Rubén aportó un tablero MIRO donde compartieron aprendizajes y dio ideas de cómo facilitar clusterizarlo:
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El problema es no hablar el idioma
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Situaciones de confusión hablando el mismo idioma
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Espirales de caos
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Quienes se entienden sin hablar
Una vez identificados los retos de la misión, Aitzol compartió su preocupación de cómo resolver una situación de no consenso en el proceso, ante lo que Cris sugirió que formulara las preguntas clave en el momento oportuno.
La filóloga Carmen, totalmente sorprendizada, afirmó que era clave diverger y converger en la comprensión del problema ya que parecía que el virus hacía que las palabras ya no se entendieran. Por ello, Carmen propuso realizar un prototipo en distintas lenguas.
Nuria, especialista de innovación centrada en la persona, aportó un feedback muy valioso sugiriendo la posibilidad de ampliar el estudio a personas con distintas capacidades e incorporar la lengua de signos como un idioma común asegurando no perder a nadie en el espectro de la exploración.
Azu, convencida de la necesidad de viajar juntos pero no uniformes, no dejaba de pensar en las posibilidades creativas de tener que inventar un nuevo idioma; un único idioma que se expresa no sólo a través de la palabra, sino también a través de colores, sabores, ruidos, personas…
Casi estaban a punto de levantar la sesión cuando María, tímidamente, lanzó una pregunta: ¿Y si la solución para solucionar este problema no está en aprender a hablar una lengua sino en aprender a escuchar?
Eureka.
Se escucha con los oídos pero también con los ojos, las manos y el corazón. Después de un mes de salida exploratoria y trabajando intensamente con el Consejo de Problemas Comunes No Reconocidos, los CLOers viajaron isla a isla por todo el archipiélago de Utopía y se emplearon a fondo para entrenar al CPNR para que pasaran a flipar con los problemas explícitos, para ir a por ellos, quitarse los miedos, aprender de ellos y generar espacios de confianza.
Quién desea facilitar el aprendizaje de otros, empieza por la propia transformación personal y no puede olvidar que necesitan mente abierta, capacidades, escuchar con los ojos, los oídos y el corazón. Impacto en el pensar y en el hacer. Keep walking.
Señoras y señores, este es el principio de la historia.
¡Otros estilos de facilitación son posibles y muy deseables!