Por Ibai Martínez (cofundador de TEAMLABS, graduado en LEINN).
Las personas que entran este curso en LEINN bien merecen un artículo. La mayoría son capicúas, los nacidos en 2002. Algunos son más mayores y se meten en LEINN tras haber vivido otras experiencias universitarias. Viene una generación distinta, con características especiales. Una generación que ha nacido con internet, ha crecido bajo un relato de crisis global y pesimismo general sobre el futuro del trabajo, ha naturalizado la virtualización de parte de sus relaciones y a menudo ha sido tratada por el mundo adulto de forma sobre-protectora e infantilizante. ¡Vaya cocktail!
Y nosotros tenemos la responsabilidad de tratarles como adultos y profesionales desde el primer día. De transmitirles, tanto a ellos como a sus padres, que a nuestros ojos, no son niños, ni estudiantes, ni nuestros clientes y que no estamos aquí para darles lo que piden, ni estamos aquí para protegerles. Sabemos que facilitarles el aprendizaje no tiene nada que ver con jugar a ponérselo más fácil. No es nuestro estilo. A eso juegan las universidades que venden títulos; títulos que cada vez valen menos ahí fuera.
Les hemos recibido con los brazos abiertos, porque emprenderemos juntos un camino incierto, sinuoso, lleno de aventuras inolvidables, aprendizajes y logros maravillosos pero que será duro. Posiblemente, será muy duro. Habrá decepción, frustración, dolor, cansancio, desmotivación, desgaste, desilusión y mucha, mucha, incertidumbre. Sí, como en la vida misma. Porque tenemos la responsabilidad de entrenarles para la vida real. La experiencia universitaria en Teamlabs no puede suceder entre algodones, ni siquiera debe simular la vida real, debemos trabajar para que sea la vida real. Y ahí está el valor. El valor es comprender que mejorar la experiencia universitaria no va de dotarles a los alumnos de más y mejores recursos; va de generar un contexto de experimentación y reflexión continua para conformar en ellos una mentalidad y una práctica que les permita hacerse con las riendas de su vida adulta y de desarrollar habilidades y competencias valiosas para la sociedad y el mercado. Y eso, insisto, no lo conseguiremos dándoles lo que desean, ni complaciéndoles, ni mimándoles, ni jugando a mostrarles atajos. Lo conseguiremos trabajando cada día con ellos. Metiéndonos en el barro con ellos. Todo esto consiste en anticipar un entrenamiento que les hará más fuertes y preparados para lo que se van a encontrar ahí fuera.
Además hemos observado que hay una tendencia en las familias de los universitarios a tratarlos como niños. Esta tendencia se hace evidente cuando son los propios padres y madres quienes en ocasiones se han dirigido a nosotros para abordar dudas o problemas de sus hijos. Estamos firmemente convencidos de que esto es contraproducente. Y actuaremos en consecuencia: interlocutaremos con los leinners y, eso sí, mantendremos informadas a aquellas familias que lo deseen, al igual que hacemos con todo el mundo, a través de nuestra newsletter o invitándoles a seguirnos en nuestras redes sociales.
Si queremos profesionales que cambien estructuras, que transformen corporaciones, que creen valor y empleo, que puedan, incluso, transformar industrias… debemos asegurarnos de que vivan una experiencia universitaria única y memorable. Que les haga participar en el mundo adulto. Un proceso que dé comienzo a una nueva fase en su vida, más que dar extensión a su fase vital anterior. Después de todo, únicamente acabamos valorando aquello que conlleva un esfuerzo y que nos supone un reto. Y en estos 8 años, no ha habido un solo leinner que no haya respondido que sí, a las preguntas que les hacemos al terminar el programa … “¿Después de todo, ha merecido la pena? ¿Lo volverías a hacer?”
Pondremos todo lo que tenemos para que los que comiencen este curso, respondan también que sí, cuando se gradúen en junio de 2024. Skin in the game.